La historia de Verónica, de Madrid, España
Cuando Verónica tenía 17 años, su hermana melliza murió en sus brazos. Tres años después de la muerte de su hermana, sola y abriéndose paso por la vida, Verónica comenzó a salir a caminar para resolver sus sentimientos de tristeza. Ella siempre había creído en Dios, por lo que un día, mientras caminaba, oró: “Señor, ¿por qué me haces todo esto?”.
En ese momento, levantó la vista hacia un edificio de la Iglesia SUD al lado del cual ella siempre pasaba. Al verlo realmente por primera vez, sintió curiosidad; entró en él y se presentó a dos misioneras, quienes le enseñaron posteriormente esa semana.
Verónica dijo que después de la primera lección, “me puse de pie y les dije: ‘Todos ustedes están locos’, y me fui”. Ella no quería tener nada que ver con eso, pero finalmente comenzó a recapacitar.
“Creo que fue la primera vez que oré tanto. Me sentía como si Dios me estuviera diciendo: ‘Te estoy enviando esta oportunidad para que puedas llegar a conocerme mejor. ¿No la quieres?’”.
Ella decidió que sí la quería. A pesar de perder su hogar y su trabajo a causa del Evangelio, ella se bautizó. Aun cuando su vida continuó siendo difícil en algunas ocasiones, ella confió en el Señor. “Antes de conocer la Iglesia, yo lloraba o me enojaba si no sabía cómo iba a pagar mi alquiler. Pero ahora sé que el Señor proveerá”.
La bendición patriarcal de Verónica le dijo que debía cumplir una misión, pero ella no tenía faldas ni ninguna forma de comprarlas. Un miembro de los Setenta y su esposa visitaban esa área y oyeron acerca de su necesidad; la esposa se había sentido inspirada a llevar faldas extra para el viaje y le dio muchas de ellas a Verónica; también la animó a que asistiera a Instituto. Cuando el obispo de Verónica comenzó un programa de Instituto para su área, ella comenzó a asistir con regularidad.
Instituto le ha dado paz y felicidad. “Creo que lo que más me gusta de Instituto es que durante la semana tenemos un montón de tareas diferentes por realizar. Tenemos los domingos para renovar nuestros convenios con nuestro Padre Celestial, pero los lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, ¿qué tenemos? Estoy agradecida porque tenemos Instituto al menos una vez durante la semana, porque es una manera de recordar a Jesucristo. Instituto es una manera en la que Él me está ayudando a progresar”.
Y Verónica sí cumplió una misión. En octubre de 2016 partió para prestar servicio en la Misión Chile Osorno.
Ella dice: “Sé que hoy estoy aquí gracias a Él. Sé que Él ha preparado un plan perfecto para cada uno de nosotros. Él nos dará oportunidades a lo largo de nuestra vida. Puedo sentir Su amor cada día, aun cuando en ocasiones digo: ‘Padre, ¿por qué me está pasando esto a mí?’. Pero antes de irme a dormir, Él responde: ‘Esto está sucediendo a causa de esto otro. Ahora, vete a dormir’. Y lo amo, también. Quizás tuve que pasar por todo lo que pasé para llegar a sentir tanto amor por Él”.